Un niño le pide al hambre, que se desaparezca;
Y pide a la maestra, quedarse un rato más.
Porque no quiere en su casa, vivir así como en
guerra.
Como trinchera en la niebla, protege su paz.
Se tiende quieto en su banco, y aunque se
esfuerza bosteza.
Apoya la cabeza, pero su cama no está.
Desde hace tiempo se niega, lo esquiva con gran
tristeza,
pero no es ella culpable, por eso lo sufre más.
No soportará.
Son largas sus madrugadas en vela.
Alguien le dará,
el peso que busca en la calle y encuentra.
Solo en la ciudad.
La noche es delirio su fría compañera,
y en la casa esta su madre.
Atrapada en los brazos de la soledad.
Asfixiada por un lazo difícil de atar
Enroscada en un mundo crudo y sin lugar,
que no escapa y no deja escapar.
......................................................................................_ José Ignacio G.C.