martes, 8 de abril de 2014

Atrapada...

Suspira lo oscuro casi triste y sin sentido.
Llora de a ratos mientras espera dormirse o continuar hasta que pase la tormenta.
Tiene miedo de esconderse. Tiene miedo de huir. Sólo quiere desaparecer o camuflarse un tiempo indeterminado.
Vuela alto y se desvanece para caer de nuevo en su sombra.
Quiere ser veloz dentro de un tiempo que pasa lento, acelerando su forma de ser.
Precavida e inquieta avanza. Introvertida y esotérica se muere de miedo al notar que un tenue brillo la descubre.
Buscaba encontrar en ella lo que ha perdido. La piensa morena por su color oscuro. La escribe en la acera, cerca del árbol donde se alumbran sus letras. La deja quieta, pensante. Nadie había encomendado una palabra para describirla. Se llena de incertidumbre y se parece más a una frase entre signos de interrogación.
Perpleja lanza con miedo ráfagas de viento, intentando en vano borrar lo escrito por la intrépida paseante luz.
Le ayudan las nubes en su intento de ser oscura e imperceptible. Nublan la visión desde el ocaso, pero es en vano, pues se escapa fácilmente de lo necesariamente inútil.
Y así quedan enfrentadas. Cara a cara. No se dan tregua en una danza que no sabe de colores. Se nutren de contrastes y sombras para dialogar eternamente.
Y quien las dejó presas de amistad por siempre, sonríe apenas se oculta, pintando un burlesco cuadro de blancos y negros colores. Cárcel de un tiempo instintivo, donde la llave brilla como una enorme bola de fuego. Inalcanzable y mortal para una ama de la oscuridad.






......................................................................................_ José Ignacio G.C.

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