Se encuentran paraísos, donde sin buscar, aparecen inoperantes mediadores del día, con suaves silbidos chillones, aparentemente extraviados en lo profundo del aburrimiento, doblemente enajenado por el rojo de la tela acomodada como tapiz de alta costura al costado de un clásico calzado. Y frente a los ojos del justificado pecador, se muestra una imagen digna de los más sensibles cuadros de artistas, que mezclaban tintas con sentimientos y viceversa, para lograr atrapar ese exacto lapso de tiempo como para dejar lucir la perfecta sonrisa del can y liberar de una forma poética la alegría del sano rizo platinado. El escape casi perfecto del atrevimiento extremo, al oasis rítmico del silencio mezclado con el aire. Gracias por hallarte tan lejos. Escondido entre los ojos del tirano y el abismo silencioso del edificio sagrado.
Aquí no perturbaran tu bien ganada reputación de santo.
......................................................................................_ José Ignacio G.C.
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