Boom, Boom!, sonaban a lo lejos las ganas de sentir algo diferente.
Encontraba en el cambio la solución.
Mantenerse a flote era cuestión de decir que si a lo que le propusieran.
Mientras tanto el mundo giraba con mucha velocidad a ritmo del apuro.
Ya percibiendo el aroma de cambio, fue preparándose un colchón de buenas ideas para convertir su caída en un suave aterrizaje en el nuevo silencio.
¿Qué?. ¿Dónde?. ¿Cuándo?. ¿Qué fue lo que sucedió?. ¿Como estoy aquí?. Fueron las preguntas que le surgían a medida el tiempo eliminaba los recuerdos.
Y cuando todo marchaba más lento, suspiró palabras de agradecimiento a quien lo sostuvo consciente, su inconsciente misterioso.
Que alivio sintió al mirar a su alrededor y poder ver un paisaje gigante en colores brillantes, días luminosos, sin vidrios ahumados ni tormentas de invierno.
¿Porqué se espera tanto para lograr cambios?. ¿Porque no podemos posicionarnos en un punto de vista totalmente objetivo alejado del dolor, alejado de los sentimientos y consecuencias?. Alejados del día a día.
Quizás nos da miedo irnos y que al volver se noten los cambios que son propios de la vida pero que si se viven en hora, se hacen casi imperceptibles. De momento solo propongo saltar alto y olvidar por un segundo el reloj sobre la mesa de luz. Tomar un sorbo de valentía y pegarle al tiempo una sacudida, porque es el tiempo quien se duerme y nos mantiene aislados de sorpresas. Nos manipula el querer, el saber y el envejecer a su antojo. Hay que embarullarlo con muchas propuestas, hacerlo sentir cansancio con horas muy largas, con millones de minutos y perfectos segundos.
Hay que quitarle merito y hacer valer nuestro segundero.
Ese que cada tanto se para y no por falta de energía.
Él es quien debe prevalecer por sobre todas las cosas.
¡Si esto se logra el tiempo será tuyo!
Lo guardaras o lo venderás a quienes no les interesa sentir mas fuerte el “boom, boom,” que el “tic, tac.”
...................................................................................._ José Ignacio G.C.
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