Hoy cruce la raya. Di un paso hacia donde no pensaba llegar.
Y llegue a donde ni si quiera quería estar.
Hoy siento que soy quien no quiero ser. Pase de ser yo a ser una mierda.
Algo que no se merece le devuelvan valor emocional. Algo que no debería existir.
Pase de odiar a odiarme en treinta segundos, de querido a indeseable en quince, y de vivo a merecer estar enterrado en solo segundos.
Que fácil es equivocarse y que difícil no arrepentirse.
Que fácil arrepentirse y que cantidad de tiempo cuesta ser perdonado.
Que difícil lidiar con todo esto sin querer ser baleado por una banda de pandilleros.
Es que antes que mirarte a los ojos eso prefiero.
Como pude traicionarme a mí mismo, a lo que pienso, a lo que afirmo,
a lo que creía nunca iba a fallar.
Mentira. Nunca se puede asegurar eso. Cuando una hormona decide decidir,olvidas acordarte de quien manda. Olvidas el camino correcto, la vida asegurada, la lealtad, la amistad, el querer al otro. Nada. Nada pesa. Todo se hace liviano y el corazón late fuerte. Y ahí solo dos. Las fronteras están tan cerca como la cabecera de la cama y el oxigeno se agota rápidamente axfisiandote el cerebro. Ya no más razonamientos, ni pensamientos cuerdos de un hombre hecho y derecho. Ya no más reproches ni coqueteos con la realidad. Un paso y solo flotas contigo. Sin filosofías, sin pretextos, sin enredaderas de cuestiones, así.
Así vengo hoy y me digo, soy una mierda.
Yo no soy de esos que hacen esas cosas.
De corazón liviano y que se cague mi alrededor.
No soy de esos.
Pero el viento que soplo esa noche hizo que tu pelo volara de tal forma que … “faa”, que bien te veías. Tenía que olvidar el mundo solo para poder sentir la textura de tu ligera piel, envuelta y protegida solo por mis manos. Debía encontrar el sabor de tu boca por mi propia cuenta y no por besos que me contaron dabas. Necesitaba saber si esa magia que te envuelve es tal como se ve desde afuera. Pero como cuesta.
Ya se que todo tiene un precio y que por ese precio se forjaron guerras y muchos murieron,
pero no necesito morir para darme cuenta que fue un error.
Y a la mañana siguiente despiertas y asoma por la ventana la realidad del nuevo día.
Y tú, descarrilado en el tren de tu vida vas de lado a lado intentando regresar al camino que habías logrado marcar. Tarde ya.
Llega la tarde y nada, ni un solo cambio en el diario todo igual, planetas que siguen girando, muchos mirando las estrellas y tu solo.
Solo por fijarte en lo más bello de una noche, el brillo de tus ojos al verme decir mentiras que ni yo me creo. Mentiras que no sabía podía decir, que no sabía existían en mi cabeza.
¡Utilizando palabras que mágicamente lograban lo que yo indirectamente no deseaba!.
¿Qué idiota juega con la realidad?, ¿qué hipócrita cree ideales que después burla?.
Que años perdí esa noche, y que días pase conmigo.
Ya no quiero más juegos tontos de adictivos resultados. Ya no más razones para ser odiado.
Ya no vas al mar y ahogas tus penas, eso valía solo cuando eran tuyas.
....................................................................................._ José Ignacio G.C.
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