Fantaseando con un día de esperanzas me encontré con deseos que pensé había olvidado en el baúl de los recuerdos.
Quizás estaba equivocado cuando pensé no sentir dolor, cuando me pinchabas el brazo con anestesias que provocaron en mí, una cara de tonto embobecido.
Agradezco a la naturaleza que creó la hoja con la que se tapaban los antiguos enamorados, sino con que calmante aplacaría los nervios de un camino parecido, cercano, del cual por las ventanillas de nuestros transportes vemos nuestros ojos reflejados. A igual velocidad, igual destino.
Despreocupados del azar giramos nuestras cabezas a muchas revoluciones que nosotros mismos comandamos, para provocar esa sensación de mareo intermitente que es linda de sentir cuando se comparte.
Aparte, ¿En qué parte nos quedamos?. Si cuando comenzamos no había bandera a cuadros ni línea de llegada. A mi mente insólita contesto, el camino no se ha recorrido del todo si aun ves las piedritas y el lodo hundiendo nuestros neumáticos en una danza-lucha que solo acaba cuando uno de los dos se deja de mover. Y aunque llueve a mares me baje a empujar este pesado remolque, que para mi asombro no es pesado si a mis hombros tengo amparo de palabras y oídos.
Que hace un miembro del dolor haciéndose pasar por vivo, si en cada suspiro recuerda que el alivio dura poco y los juegos un poco locos solo duran lo que sus ojos conectan con los míos. Pero… que lindo que es descubrir que las palabras tienen magia si las sabes leer.
Que lindo es tener una conexión con tus sentimientos y aprender a cruzar los puentes que te ayuden a lograrlo saltando ríos que entorpecen el largo camino de un ciego que ve solo a sus deseos y no a los de los vecinos.
Amor sienten los enamorados, y yo para enano morado ya estoy demasiado alto. ¿Y si me agacho? ¿Me dejaran pasar los guardapechos de tu corazón?
......................................................................................_ José Ignacio G.C.
Quizás estaba equivocado cuando pensé no sentir dolor, cuando me pinchabas el brazo con anestesias que provocaron en mí, una cara de tonto embobecido.
Agradezco a la naturaleza que creó la hoja con la que se tapaban los antiguos enamorados, sino con que calmante aplacaría los nervios de un camino parecido, cercano, del cual por las ventanillas de nuestros transportes vemos nuestros ojos reflejados. A igual velocidad, igual destino.
Despreocupados del azar giramos nuestras cabezas a muchas revoluciones que nosotros mismos comandamos, para provocar esa sensación de mareo intermitente que es linda de sentir cuando se comparte.
Aparte, ¿En qué parte nos quedamos?. Si cuando comenzamos no había bandera a cuadros ni línea de llegada. A mi mente insólita contesto, el camino no se ha recorrido del todo si aun ves las piedritas y el lodo hundiendo nuestros neumáticos en una danza-lucha que solo acaba cuando uno de los dos se deja de mover. Y aunque llueve a mares me baje a empujar este pesado remolque, que para mi asombro no es pesado si a mis hombros tengo amparo de palabras y oídos.
Que hace un miembro del dolor haciéndose pasar por vivo, si en cada suspiro recuerda que el alivio dura poco y los juegos un poco locos solo duran lo que sus ojos conectan con los míos. Pero… que lindo que es descubrir que las palabras tienen magia si las sabes leer.
Que lindo es tener una conexión con tus sentimientos y aprender a cruzar los puentes que te ayuden a lograrlo saltando ríos que entorpecen el largo camino de un ciego que ve solo a sus deseos y no a los de los vecinos.
Amor sienten los enamorados, y yo para enano morado ya estoy demasiado alto. ¿Y si me agacho? ¿Me dejaran pasar los guardapechos de tu corazón?
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