miércoles, 4 de noviembre de 2009

Y nos sentenciaron dos estrellas

A pesar de que no encontramos una línea, ni siquiera curva por donde caminar, se nos hizo fácil tomar caminos diferentes. A pesar de que nos cayó mal la comida, no sentimos dolor, no culminamos en un vomito fácil.
No compartimos más que dos noches de lámparas obscuras, no toleramos más de dos besos, más dos abrazos, mas dos deseos, y en esa obscuridad nos vieron dos estrellas. Ellas, quienes nos dejaron de ver cuando nublamos nuestras encontradas opiniones. Ellas son y serán las culpables de decidir la distancia entre nosotros.
Camino a casa reflexiono mi primer noche contigo, y de pronto me pregunto si me estoy mintiendo, si quiero querer más de lo que realmente quiero, o si creo querer más de lo quiero. Forzar relaciones no sirve, lo comprobé con más de dos años de sufrimiento y dolor, con más de dos noche sin dormir, con más odio hacia mí que hacia ti. Pero ahora es diferente. No me despierto con dientes apretados, no me imagino llorando, no necesito consuelo.
¿Qué me atrajo a tu cama valiente, a tu colcha de niña, a tu vida de lucero?. Seguramente fue tu mente que me asombra con todos sus pliegues, con su inteligencia infantil, con su sorprendente forma de ver el mundo. Caí y sigo cayendo en la tentación de no guardarme nada, de no criar dudas, de no cosechar nada. Sigo sin tener puntería, ni precisión, sin elegir paciencia, si dejar leudar relaciones. Sigo solo. Y en el camino voy dejando surcos por donde no puedo volver a pasar. Estoy trazando una telaraña de ilusiones, una enredadera de líos y confusiones, creando un lugar casi inhabitable, donde no podría sobrevivir ni el más hábil tejedor de sueños.
Y me asusta no asustarme, me limita mi afán de ser mejor, y me surgen dudas. En que pez me estoy convirtiendo que ya no necesito el agua, en que hombre me convertiré si a mi camino lo voy marcando con pasos de ciego, con hombros caídos y con posturas de otros.
A la tarde el jurado da su veredicto, dictamina muerte al infractor. Quítenle las esposas y que muera solo. Ni bien veo las palabras silenciosas, siento que se confirma lo que me temía, lo que esperaba, lo que no entendía. Sigo sin entender porque nunca vi tus ganas, porque nunca escuche tus palabras, porque nunca me besaste, porque no frené cuando lo deseabas.
De ti solo se lo que me imagino, de ti solo saben los que te conocen, de ti esperaba algún latido, de ti me aleje porque no entiendo el porqué, de ti me serví una copa y con ella me emborraché.
Así que seguiremos respetando la distancia que mantienen las estrellas de tu cama. A ellas que saben más que nosotros, hay que hacerles caso.





....................................................................................._ José Ignacio G.C.

No hay comentarios:

Publicar un comentario