miércoles, 4 de noviembre de 2009

Durmiendo con un gran almohadón blanco.

A mi costado tu blanca tela redobla el poco brillo de la temprana madrugada.
¿Qué escondes debajo?
En cierto punto no quiero saberlo pero me muero de ganas de interrogarte hasta el cansancio,
hasta saber como dices que piensas y como lo haces en realidad.
¿Quién eres?. ¿Con quién tengo el gusto de compartir la cama prestada que nos designaron por error?.
Creo imaginar que es lo que hay debajo, pero ya nomás transcurren diez segundos de silencio
y otra vez escucho la frase que me cambia el parecer. Y otra vez a empezar de cero.
¿Es él?, ¿Es ella, ¿o soy yo?.
De increíble parecido a la luna, tu color me atrae constantemente, tu textura me apasiona,
y tu encanto va mas allá del “que bien la pasamos”.
Mas allá de eso, ¿Qué paso?. ¿Qué hago aquí recostado sobre tu espalda que hoy decidiste mostrarme?
De mi cabeza escapa la teoría mas cierta, no la conozco.
Si quizás tan solo hablaras tus pensamientos sería todo más llevadero, menos complicado
y hasta quizás este cuento interrogatorio nunca hubiera existido.
Creo que resistir los embates de personas mas duras, recias y sordos del corazón,
te ha hecho convertirte en algo que no eres, o que no elegirías ser.
Esa dura textura la cual has adquirido para resistir los golpes,
no es digna de felicidad, conlleva tristeza. Al verte, veo el dolor de no tener objetivos claros,
caminos para la vida que no has logrado deducir. Se te nota en los ojos.
¿Y tú, almohadón blanco?. ¿Qué es lo que tramas?.
¿La alejaras de mí, así como si nada hubiera pasado?




......................................................................................_ José Ignacio G.C.

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